Fuimos a buscar al primo al aeropuerto de Osorno y lo primero que nos llamó la atención fue el tamaño del aeropuerto. Parecía más paradero de micros, minúsculo 😀
Como Alex viene viajando hacia el oeste no tuvo ningún problema de jet lag así que inmediatamente nos fuimos a comer (carne, por supuesto) y luego a conocer Frutillar y Puerto Octay, ambos a los pies del lago Llanquihue. Javi y yo ya habíamos estado con Franci, la Ale y Dieguito hace 10 años, pero apenas nos acordábamos y bueno, para ser sinceros, no hay mucho que ver, solo un par de calles y algunas construcciones estilo alemán, pero poco más. Lo que nunca dejó de impresionarnos eran las innumerables vistas del volcán Osorno y del Puntiagudo, nos paramos 3948793746384738 veces a sacar fotos desde todos los ángulos posibles y siempre con cara de bobos. Impresionante. Además, hemos tenido mucha suerte con el tiempo, hasta he pensando que me traje mucha ropa de frío y me sobra la mitad. Pero bueno, ya llegarán las lluvias y el frío y el viento y me acordaré de estas reflexiones.
Alejandro ha flipado desde el momento 0 con el volcán Osorno. Pero bueno, ¿quién no lo haría?